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viernes, 26 de septiembre de 2008

Papá, de mayor quiero ser Brian Auger

Hace unos pocos meses, cuando se me ocurrió crear este blog, lo primero que tuve claro fue el nombre que le quería dar. Dudé si dedicarlo al rocanrol en general, a grandes clásicos (¿grandes clásicos?), a la música sin más. Al final decidí que acotar el tema tenía poco sentido. Sin embargo, no tuve dudas: se llamaría Burbujas en el cerebro.

Recuerdo perfectamente la primer vez que tuve esa sensación, la de tener un cerebro efervescente. Fue escuchando, por casualidad, el Hammond de Brian Auger. Ni siquiera sabía quien era, pero la sensación de que algo me burbujeaba por dentro al ritmo de la música se me quedó grabada.

Indagué un poco y descubrí que Auger había tocado con Long John Baldry, Julie Driscoll, Rod Stewart, ¡Led Zeppelin!, Sonny Boy Williamson, y que había grabado un directo con Eric Burdon después de una gira juntos a principios de los noventa. La lista es más que larga.

Supongo que decir que un post sobre Brian Auger es un post sobre uno de los mejores teclistas (organistas, pianistas) de la Historia no es exagerar, pero por si acaso, no lo diré aunque lo piense. Dejémoslo en que es una debilidad y que colocar en la bandeja del CD el Oblivion Express o Befour y pulsar play está reservado para momentos especiales. Para cuando sólo quiero disfrutar, para escucharlo tumbado y jugar a ver cuánto aguanto sin ponerme de pie y deambular por la habitación dando un concierto al aire.

El vídeo con el que cierro el post es un regalo. Un regalo de Auger en directo en el Festival de Jazz de Bilzen, en Bélgica, en agosto de 1969 (los solos de guitarra de Gary Boyle tampoco tienen desperdicio). El vídeo empieza con "Pavane" (de Fauré, eso sí es un clásico, música clásica, vaya) y continúa con "I just got some", más famosa cantada por Rod Stewart. La intensidad con que toca Auger hace parecer que no necesitara nada más en esta vida. No necesita comer. No necesita dormir. Casi diría que no necesita sexo. Me pregunto: ¿se toca aún hoy tan de verdad?

Algunas veces he imaginado el que sería uno de los momentos más felices de mi vida, mi hijo entrando en el salón y sentenciando: "Papá, de mayor quiero ser Brian Auger".

Se me evapora el cerebro, borbotea con el teclado. Rocanrol, blues. No quiero decir más. No sé decir más, en realidad. ¿Qué diría Fauré?

Brian Auger es esto:


Brian Auger. Cerebro efervescente. En Bélgica, en 1969.

viernes, 19 de septiembre de 2008

Talking Timbuktu: música desde la raíz.

Se puede decir que Ry Cooder terminó de dar el salto a la gran fama con la banda sonora de Paris, Texas, de Wim Wenders. Se puede decir (aunque no sé bien si con demasiado acierto). Pero sobre Ry Cooder se puede decir mucho más. Es para algunos (entre los que me incluyo aun sin entender demasiado, más bien por devoción ciega) el maestro indiscutible de la slide guitar. También es innegable su capacidad para crear atmósferas distintas, alejadas por mucho de lo convencional. De él aprendieron unos cuantos (Keith Richards, sin ir más lejos) y ha tocado con muchos de los mejores. Pero sobre todo Ry Cooder tiene alma (y dedos) de bluesman.

Sin embargo, lo mejor de Cooder es su gusto, su capacidad para aprender de músicas de todo pelaje. Incluso diría que su capacidad para sacar lo mejor de cada una. Devolvió al mundo el son cubano, recuperando del olvido a músicos como Compay Segundo cuando concibió el Buena Vista Social Club. Y es sólo un ejemplo.

Hoy, después de mucho tiempo, he vuelto a escuchar Talking Timbuktu. En realidad, la intención de este post era hablar de Talking Timbuktu y del músico malí Ali Farka Toure, pero Ry Cooder es culpable de buena parte del sonido del disco.

Quien aún no lo conozca encontrará la calidez, la paz, la verdad de un disco realmente auténtico. Tocado y cantado desde la sinceridad. Y es que no me quedo tranquilo si no digo que Ali Farka Toure era un músico preclaro, verdadero, puro y de la tierra. De la tierra que mancha. Escucharle remueve de algún modo esa masa densa, oscura y profunda de quien escucha, hace temblar, casi sobrecoge su sonido ancestral, su pureza en la voz y en la melodía.

Para grabar Talking Timbuktu tuvo el estudio que viajar a la granja en que vivía (sin electricidad siquiera) retirado Toure, en el corazón de África, en su aldea. Y eso, por supuesto, no podía si no empapar el disco de un eco milenario, de un sosiego profundo, de una reverberación poderosa. El placer de la pureza. Tengo claro que el blues llegó de África y por supuesto, Ry Cooder lo comprende y lo acompaña humilde y brillante. Una pequeña (gran) joya. Se disfruta por los poros.


Ai Du, de Talking Timbuktu (1992), Ali Farka Toure y Ry Cooder. No hay video pero importa bien poco.

lunes, 15 de septiembre de 2008

Rick Wright o el Hammond de Pink Floyd

Hoy ha muerto Rick Wright, el Hammond de Pink Floyd. Pienso en las horas que pasé sentado en las mesas del pub The Anchor, en Cambridge, aun sin saber que muchos años antes había sido uno de los rincones preferidos de la banda (dicen, y hay un cartel minúsculo en el pub que lo corrobora, que allí nació Pink Floyd). Cualquier cosa que escriba sobre él se quedará corta, así que me limitaré a agradecer su contribución en el disco "Wish you were here", homenaje a otro grande, Syd Barret. El disco es poderoso, contestatario, original, mágico, profundo, serio, para mí, uno de los más redondos de la historia de la música. Su Hammond y sus sintetizadores me hacen sentir como si me hirviera el cerebro, como si tuviera burbujas en el cerebro. Disfrute en paz, Rick Wright.




Shine On You Crazy Diamond, del álbum Wish You Were Here (1975), de Pink Floyd. Estremecedora y grandiosa. Versión en directo en Earls Court, Londres, en octubre de 1994.
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